Mariana Alfonso

 1. La desigualdad es una construcción social y no una fatalidad histórica

Boaventura de Sousa Santos explica que la desigualdad moderna no es solo económica, sino también cultural, civilizatoria y jurídica. Fustel de Coulanges y Acemoglu/Robinson complementan esta visión mostrando cómo el poder y las instituciones han sido moldeadas deliberadamente para excluir a unos y privilegiar a otros.

 2. Las instituciones son claves: incluyen o excluyen según el diseño del poder

Según Acemoglu y Robinson, las instituciones "extractivas" mantienen la desigualdad para beneficio de élites. Santos explica cómo ese extractivismo también se manifiesta en formas de exclusión social que son culturalmente justificadas (racismo, sexismo). Ambos enfoques coinciden en que el diseño institucional es deliberado y no neutro.

 3. La exclusión y la desigualdad operan como sistemas paralelos de dominación

Santos distingue entre desigualdad (inclusión subordinada) y exclusión (marginación total). Esta dualidad está presente en la historia de las ciudades griegas y romanas descrita por Coulanges, donde el acceso al derecho y la ciudadanía se limitaba a ciertas castas y familias, bajo justificaciones religiosas o tradicionales.

 4. Sin transformación política, no hay desarrollo sostenible

Acemoglu y Robinson muestran que las reformas económicas sin cambios en el poder político están condenadas al fracaso. Esto resuena con la crítica de Santos al modelo neoliberal, que perpetúa la exclusión bajo el disfraz de igualdad formal.

 5. La religión y la tradición no solo cohesionan, también justifican jerarquías

Coulanges demuestra cómo los antiguos usaban la religión como base para justificar la propiedad, la autoridad patriarcal y la exclusión de mujeres y esclavos. Esta lógica simbólica de dominación persiste bajo nuevas formas en las sociedades contemporáneas.

 6. La libertad en los antiguos no es la misma libertad que buscamos hoy

Como señala Coulanges, la libertad antigua era privilegio de unos pocos dentro de una estructura profundamente jerárquica. Esta advertencia es pertinente ante el uso acrítico de ideales clásicos para justificar modelos modernos de democracia o desarrollo.

 7. La historia es decisiva: los caminos institucionales importan

Acemoglu y Robinson insisten en que "las pequeñas diferencias y coyunturas críticas" marcan trayectorias opuestas de desarrollo. El análisis histórico de Coulanges refuerza esta idea al mostrar cómo ciertas creencias fundacionales persistieron durante siglos y determinaron estructuras de poder duraderas.

 8. La diversidad no es el problema: el problema es cómo se gestiona políticamente

Santos propone que una verdadera política de igualdad debe articular derechos universales con el reconocimiento de la diferencia. Esta idea se opone a la visión homogeneizante que muchas veces justifica el autoritarismo en nombre de la eficiencia o el desarrollo.

9. El discurso de la igualdad puede ocultar mecanismos de opresión

Tal como advierte Santos, invocar la igualdad sin transformar las condiciones estructurales puede convertirse en una forma de legitimación de las jerarquías. Esto coincide con la idea de que ciertas élites usan el discurso democrático para mantener el control (Acemoglu y Robinson).

10. El cambio duradero necesita alianzas amplias y movilización social

Los ejemplos históricos de cambio que documentan Acemoglu y Robinson (Revolución Gloriosa, independencia estadounidense, etc.) coinciden en un punto: solo cuando amplios sectores sociales se movilizan y acceden al poder se puede romper el ciclo de exclusión. Esta idea también está presente en la noción de “globalización desde abajo” de Santos.

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